La mujer también vende más en una portada. Cuando trabajé en People en Español hicimos la prueba de sacar a un hombre, y no importó lo famoso o atractivo de esa celebridad, las ventas bajaron. Y yo, terca como soy, le repetía a mi editor, un adorable jefe, por cierto, que nosotras estamos más interesadas en ver a una mujer que a un hombre, a menos de que se trate de un romance. Entonces y sólo entonces, hombre mata todo. O debería decir, el amor se impone.
Al respecto, el otro día uno de mis colegas llegó incluso a afirmar que las mujeres nos enamoramos de nosotras mismas. Yo creo que no es para tanto. De hecho, dudo mucho que haya amor de por medio. La competencia entre mujeres es cruel y despiadada. Si fuéramos como los delfines, que no guardan secretos y todos sus compañeros de tanque se enteran de su opinión, sería intolerable la vida. Secretamente nos ensañamos con las bonitas y con las feas, con las presumidas igual que con las tímidas. Perdonamos a las amigas y a las hermanas, tal vez, pero las demás no se salvan. En esos juicios hay poca compasión y nada de lesbianismo, se los juro.
Esto que les cuento no me enorgullece. Como imagino que a los hombres tampoco les haría sentir bien reconocer que ellos están interesados en medir su poder con sus compañeros de género. Así es la naturaleza: enigmática e implacable. Pero hay que tomarla en cuenta, ignorarla no nos lleva a ningún lado; en cambio, conocerla y explorarla puede darnos algunos ángulos reveladores, incluso en el campo de la moda.
Lucy Lara
Fotografías: Luca Lazzari